domingo, abril 27, 2008

Aida en Alta Definición

El domingo recién pasado (20 de abril) haciendo el frecuentemente frustrante zapping después de las noticias, pasé nuevamente por el canal vive! HD, canal exclusivo de VTR, (frecuencia 800, que podemos sintonizar quienes tenemos el d-BOX|PRO de VTR) y me encontré ni más ni menos que con una excelente versión de la famosa ópera AIDA, de Giuseppe Verdi, montada en el famosísimo y exigente escenario del Teatro del Liceu de Barcelona.

Ya estaba el desarrollo en los inicios de la marcha triunfal del segundo acto, descollante de colorido, música, danza y multitudes, todos los cuales resultaban aún más imponentes al verlos en alta definición.

El comienzo del tercer acto, consigue, a través de una estupenda iluminación, una ambientación de gran profundidad e inmensa hermosura que acrecienta el dramatismo y romance de esta faraónica tragedia. El cuarto acto resulta imponente y nuevamente las luces contribuyen a una ambientación cautivante.

Me ha tocado en otras ocasiones presenciar óperas –en el Municipal de Santiago- en que la escenografía está pintada en grandes bastidores y telas que cuelgan en el escenario y en general resultan pobres, sin embargo, el trabajo de iluminación permite darle tridimensionalidad a una escenografía que además está extraordinariamente pintada, con lujo de detalles y preciosismos.

Las interpretaciones, tanto en voz como en actuación, son muy buenas, destacándose las del Joan Pons y Elisabetta Fiorillo.

Verdi recibió del Jedive de Egipto, Ismail Pachá, el encargo de componer una ópera, de ambiente egipcio, para que su estreno coincidiera con la inauguración del Canal de Suéz. Sin embargo, la apertura del Canal tuvo lugar el 17 de noviembre de 1869 y la ópera no estaba aún terminada por lo que tuvo que representarse "Rigoletto" (1851) del propio Verdi.

"Aida" fue estrenada en el Teatro de la Ópera del Cairo un año mas tarde, el 24 de diciembre de 1871.

El libreto es de Antonio Ghislanzoni y Camille du Locle, quines trabajaron en él en estrecha colaboración con Verdi.

Las Voces:

Joan Pons como Amonasro, rey de Etiopía y padre de Aída (barítono)

Stefano Palatchi interpretando al Faraón (Tenor)

Elisabetta Fiorillo en el rol de Amneris, hija del Faraón (mezzosoprano) (izq.)

Daniela Dessí en el papel de Aida (soprano)

Fabio Armiliato como Radamés, General egipcio (tenor)

Roberto Scandiuzzi encarnando a Ramfis, sumo sacedorte (bajo)

La dirección es de Toni Bargalló

La escenografía está montada con magnificas telas pintadas por Mestres Cabanes en 1945.

Por desgracia, no pude disfrutarla desde el principio, sin embargo busqué cuando la repetía y, aunque ello era en un horario poco apropiado a quines tenemos que levantarnos a trabajar temprano, dejé programado mi d-BOX para que la grabara completa. Confío en que VTR nos seguirá deleitando con espectáculos de este nivel.

Aprovecho esta tribuna para hacer algunas sugerencias a nuestros amigos de VTR. La primera y más obvia, el que no se le dio oportuna cobertura, lo que hizo que llegase a ella por el zapping. La segunda, que tratándose de espectáculos de esta envergadura y que usualmente no tenemos el privilegio de tener en nuestras pantallas, me parece que el horario adecuado de transmisión es a las 22:00 hrs. y no a las 21:00. La última, que el horario del programa permita grabarla completa; me perdí en la grabación los últimos minutos.

Averiguando en VTR me informaron que Aída se repite el 18 de mayo a las 20:00 hrs. Y no sólo eso, el domingo 27 de abril a las 22:00 hrs. emitirán la opera Merlín, en un montaje del Teatro Real de Madrid y posteriormente, el domingo 25 de mayo a las 22:00 hrs. transmitirán El Principito. Yo no conozco ninguna de las dos, será un buen momento para descubrirlas. Ya les contaré

domingo, marzo 30, 2008

Viento ¿Blanco?


Hace dos años, por mar sinrazones que rezones, dejé de escribir, sin embargo he decidido volver con más compromiso, para compartir con Uds. mi proceso de preparación de los títulos de la temporada 2008 del Teatro Municipal de Santiago, que este año tenía programados 6 títulos, sin embargo agregó uno en marzo, la opera chilena en dos actos Viento Blanco, sobre la cual comentaré en este primer posteo.

Se trata de una ópera inspirada en la tragedia ocurrida en el Volcán Antuco, donde fallecieron 45 jóvenes que hacían el Servicio Militar.

A quienes quieran hacerse una idea de esta obra, vean este extracto.
Antes de hacer ningún comentario, debo dejar establecido que me considero un ignorante en música del siglo XX y más aún del 21. En general encuentro esta música densa y su carencia de acordes me hace admirar -o compadecer- a quienes compran sus CDs. Ciertamente no es el tipo de música que me interesa ir escuchando en el auto. Sin perjuicio de ello, he asistido a algunas piezas como Wozek y Peter Grimes, que sin llevarme a la locura, he disfrutado, quizás por la calidad de la tragedia, en ambos casos, agobiantemente bien acompañadas por su música.

En el caso de Viento Blanco podría haber sido similar, pero pudieron más las carencias, que desgraciadamente no son pocas. Las voces tuvieron un desempeño mediocre. Hubo varios gallitos, voces que no daban el tono, desafinaciones y pérdidas de ritmo. Para qué decir la modulación de los cantantes. Creí que por tratarse de una ópera en español –más aún, en chileno, si es que existe- podría disfrutarla sin tener que recurrir a los sobretítulos que acompañan las piezas en idiomas extranjeros. Gracias a Dios se utilizaron pues me vi forzado a recurrir a ellos tanto o más que con las óperas alemanas, italianas, francesas e inglesas. Para ser justos, hay si acaso un par de voces experimentadas que se destacan por su calidad, sin embargo el conjunto es malo.

El texto me pereció carente de poesía, quizás a causas de lo anterior. Con todo, el primer acto me resultó pobre, rebuscado y repetitivo. El segundo, bastante mejor, siguió siendo mancillado por las voces, las mismas del primero.

Nota de excepción merecen los coros. Alabar el Coro del Teatro Municipal se ha vuelto lugar común, pero un muy merecidamente. Su desempeño es realmente notable en todas las presentaciones y esta no fue la excepción.

La escenografía, aunque correcta, decae al final en la marcha sobre la nieve, en que uno no sane si es eso o el sueño de un camino por las nubes.

La regie tiene cosas realmente bizarras, en particular la participación de dos periodistas que reportan la tragedia desde el regimiento y a las que se acercan sin cesar en una ridícula marcha, asistentes que les entregan las actualizaciones.

En los siglos de historia de la música los compositores haya buscado la forma de eludir la censura para poder tratar temas contingentes haciendo metáforas con hechos históricos, todo ello en épocas en que los poderes absolutos de los monarcas controlaban lo que el pueblo veía. En Chile hace años que la censura en las obras no existe -sobre cuántos puede haber opiniones diversas, sin embargo nadie en su sano juicio podrá decir que hoy existe- sin embargo sorprende que esta tragedia, que enlutó a Chile, a la ciudad de Los Ángeles, de donde eran muchos de los reclutas, y al Ejército; ocurra en un país sin nombre, en un cerro sin nombre y sin que en ningún memento se mencione siquiera que este hecho se llevó la vida de 45 muchachos. No logro entender qué es lo que hace que el compositor y libretista hayan omitido los antecedentes mínimos para situar geográficamente la obra y la magnitud del desastre, más aún cuando en un dudoso homenaje, ponen en escena a unas mujeres mapuches y algunos huasos… oriundos de este país sin nombre.

Es cierto que la obra, al menos en la función de estreno a la que asistí, ovacionó la obra, desgraciadamente creo que se debe mucho más a las relaciones de parentesco y amistad con el compositor, libretista e intérpretes, y a una buena dosis de chovinismo, más que a la discreta calidad de la obra, que veo poco probable que se reponga en el Municipal, más improbable aún que trascienda nuestras fronteras.

Creo que es importante que existan compositores nacionales, como Sebastián Errázuriz, que se atrevan a abordar tareas exigentes como ésta y al mismo tiempo estoy convencido que congratularnos por el sólo hecho de que existan, sin poner las mismas exigencias que le ponemos a otras obras, es un flaco favor al desarrollo adulto de nuestras artes.

sábado, mayo 27, 2006

LA CULTURA ENFERMA DE POBREZA

Hace una semana asistí a una maravillosa función de Otello, sin embargo las entradas de mi abono eran para el jueves 25, función que se suspendió por la huelga que músicos y coro decidieron en virtud de la deuda impaga que el Teatro Municipal mantiene con ellos.

Los últimos años han sido de constante sufrimiento para el Teatro Municipal de Santiago, que se ha visto afectado de sucesivos déficit y cada vez que ello ocurre resurgen una serie de argumentos que hacen que finalmente las medidas tomadas sean sólo parches que permitan silenciar el problema, pero no resolverlo.

Con frecuencia se argumenta que el Teatro Municipal sirve a una elite y que en tal sentido no resulta posible destinar recursos de la Nación para beneficiar al privilegiado grupo que disfruta de los espectáculos en éste, entre el cual me encuentro siendo abonado a la opera por más de 15 años. Para qué hablar de los argumentos que comparan los recursos que serían necesarios para mantenerlo con la cantidad de escuelas, hospitales o carabineros que se podrían financiar con ellos.

La miopía de los argumentos con que se discute desconocen que los problemas de Municipal son una de las manifestaciones del empobrecimiento cultural del país, que también han significado el cierre de la radio Andrés Bello y casi la pérdida de la Radio Beethoven, la reducción hace 2 años de los abonos a la ópera de 4 a 3 series, la chabacanería y facilismo de nuestra televisión. Pocos relacionan este fenómeno con el pobre desempeño de nuestra educación, del que dan cuenta el que la inmensa mayoría de los chilenos no entiende lo que lee y que los resultados de pruebas internacionales aplicados sobre nuestros estudiantes resulten ser de los peores del mundo.

Interpretar todos estos elementos por separados y no como parte de un sistema agravan esta situación en la que seguimos dando palos de ciegos sin que hayamos logrado avanzar.

Un Teatro Municipal de Santiago desfinanciado no sólo afecta quienes asisten a él, sino también a quienes trabajan en él y desde allí hacen un aporte esforzado y comprometido a nuestra cultura e identidad.

Con esta miseria cultural, cada vez tendremos menos jóvenes interesados en la música y los que persistan pese a todo, no podrán tener como expectativa el trabajar en Chile pues no habrá para ellos escenarios. Así las cosas, difícilmente veremos en el futuro surgir figuras como Verónica Villarroel, Alfredo Pearl, Claudio Arrau, Ramón Vinay, tantos otros que sería largo interminable enumerar a quines, hayan o no estado vinculados al Teatro Municipal de Santiago, les tocó formarse en un país cuya riqueza cultural fue mayor a la que tenemos hoy y muy superior a la que estos sucesos nos previenen tendremos en los años venideros.

Por cierto que financiar al Teatro Municipal no revertirá todo ello y, en realidad, quizás nada, si ello no se acompaña de otras acciones que aporten a nuestro enriquecimiento y diversidad cultural. Nada impide que, financiado por el estado, en lugar de 3 funciones de cada título de ópera con elenco intenacional y otras tantas con intérpretes nacionales, haya una cuarta y gratuita del primero, sólo para estudiantes de música, arte, cine, teatro, etc.; y que se haga el doble de funciones nacionales gratuitas, unas para nuestros viejos elegantemente llamados tercera edad- quienes por el monto de sus pensiones están en su gran mayoría impedidos de asistir a estos espectáculos; otra para nuestros jóvenes escolares integrantes de coros escolares, orquestas juveniles, etc.-, y otra abierta al público en genera, como el año pasado ya lo hizo.

Me he refiero a la ópera por ser mi pasión musical y lo que más conozco, sin embargo todo lo dicho aplica igualmente para los ciclos de concierto, ballet y todos los otros espectáculos que el principal escenario de Chile monta cada año.

Me niego a aceptar que el Teatro Municipal de Santiago desaparezca. Hoy efectivamente sirve a una selecta minoría, sin embargo ello no puede ni tiene por que seguir siendo así, no sólo porque no es viable, sino porque debe tomar el rol protagónico que le corresponde en el desarrollo musical de todo el país. Resulta pues indispensable su preservación y extensión al ámbito nacional, llevando sus funciones a los restantes teatros municipales del país, revitalizando la actividad y el interés cultural a lo largo de todo Chile y de esa forma aportando también a la descentralización. Así, podrá cumplir su vocación de principal escenario nacional, convirtiéndose en un lugar que permanentemente tenga funciones de diversa índole que amplíen la variedad de espectáculos, como tímidamente lo ha hecho en el pasado, trayendo musicales, obras de teatro y recitales, acogiendo expresiones artísticas más allá de la música selecta.

La dolencia del Teatro Municipal de Santiago forma parte de la enfermedad del alma de Chile por lo que los recursos necesarios para mantenerlo, potenciar y extender su actividad son comparables a los recursos necesarios para cuidar la salud y la educación de los chilenos.

miércoles, mayo 24, 2006

Una mamorable y gran función


El sábado en la tarde, gracias a la gentil invitación de Raúl Alcaíno, flamante Alcalde de la Ilustre Municipalidad de Santiago, tuve la oportunidad de asistir a la primera ópera de la temporada, Otello, la que ha ocupado mis últimos posteos de este blog.

Fue, por muchas razones, una experiencia extraordinaria. La primera, y para mi más importante, es que fuimos en familia; mi esposa, nuestros tres hijos, mis padres y mi suegro. Ya sólo esto lo convierte en un evento especial e inolvidable. No era la primera vez que los niños iban a la ópera en el Municipal, sin embargo hacía mucho tiempo que no lo hacía y esta vez la revelación fue la más Chica, Isidora, que siguió la trama con entusiasmo y emoción, aplaudiendo a rabiar al final de la función. Antes de irnos, fuimos con ella a saludar a los intérpretes y ella pidió los autógrafos de David Rendall -Otello-, Pedro Espinoza -Rodrigo-, Ricardo Seguel -Montano-, y Verónica Villarroel -Desdémona-.

Efectivamente, otra de las razones que hizo de este Otello un hecho memorable es que el rol de Desdémona fue interpretado por la destacadísima soprano Chilena, Verónica Villarroel. Debo decir, a riesgo de pecar de chovinista, que ella fue una emotiva, adorable y potente Desdémona. Verónica viene a Chile una vez al año a participar en uno de los títulos de la temporada; todas las veces ha resultado gratificante escuchar a esta compatriota que friunfa en el mundo, desplegar su encanto y su hermosa voz. Como Desdémona, en el dúo final del primer acto, Villarroel me enamoró con su voz, su musicalidad, su dulzura. En las últimas escenas de la ópera volvió a emocionarme con su dramático presagio de la muerte en la "canción del sauce".

Yo nunca había visto Otello en vivo, lo he escuchado en diversas grabaciones y lo he visto en DVD. Vivirlo en persona me hizo una vez más entender por qué, pese a la gran cantidad de discos que poseo, espero ansioso la temporada y el que, al final de ella, una parte de mí sienta que el año ya se ha terminado.

En las voces de los roles protagónicos destaca por sobre todo la de Verónica, quien lució sus atributos vocales con tremenda compenetración del personaje y con luminosidad y bellaza. Rendall partió bastante débil, quizásproducto de haber salido al escenario con la garganta poco templada. Su voz era débil, algo imperdonable en el carácter del poderoso Otello, sin embargo, a partir del segundo acto se recuperó enormemente, haciendo un tercer acto vibrante. El Barítono Frederick Burchinal -Iago- hizo una buena interpretación. Dueño de una voz de muy grato timbre, la acompañó de una buena actuación que lo convirtió en un creíble y malvado Iago. Su voz también partió con poca potencia en el primer acto, sin embargo a partir del segundo acto creció en caudal. El trío de roles masculinos protagónicos lo cierra Juan Carlos Valls -Cassio-, quien tuvo a mi juicio una participación discreta en lo actoral e interpretativo, pese a ser poseedor de una voz de bello timbre y adecuada potencia para el rol. En este último caso, me llamó la atención lo poco viril de su interpretación, que desluce en un Cassio que, despojado de su grado de capitán, en las otras versiones que he visto y oído, ha interpretado un honorable capitán que, en esta ocasión, se vio muy débil.

El director de orquesta merece comentario aparte. Roberto Rizzi-Brignoli le sacó fuego a la orquesta. Me pasa con frecuencia que, mal acostumbrado a escuchar las óperas en grabacionesde estudio, cuando las veo en vivo, la fuerza, claridad y precisión de la orquesta son muy inferiores a las escuchadas en los CDs y DVDs. En este caso, quizás por estar en el palco del alcalde, que está sobre el foso de la orquesta, la magnificencia de la música de Verdi, trepaba imponente y se mezclaba con la trama de la tragedia resaltando y siendo el cimiento de la puesta en escena. Mirar al director resultó ser además entretenido, lejos de ser un maestro de la batuta, Rizzi-Brignoli dirigía con todo el cuerpo, se encorvaba, arrancaba las notas graves y poderosas desde lo más profundo del foso, los sutiles pianísimos de algunos pasajes, parecían ser silenciados con sus dedos antes de abandonar el sitio de la orquesta. Al final me di cuenta que tanta contorsión le significó una rajadura en la maga de su frac que se debe haber enganchado con algún clavito a medio camino. El director se sacó un siete, el que se lleva grabado en su ropa.

El próximo título de la temporada, al que dedicaré las próximas publicaciones, es Electra, de Strauss. Esta no es una ópera de fácil gusto, al menos no para mí. De hecho la he escuchado un par de veces -tengo igual número de grabaciones- y no ha logrado hasta ahora cautivarme. Sin embargo nunca la he estudiado, ni la he escuchado con el libreto en la mano, cosa que haré en esta ocasión para poder disfrutar la función en un mes mas.

lunes, mayo 01, 2006

È finita!

Así anucia Verdi al libretista que ha terminado Otello. Tenía más de 70 años y estaba listo para estrenar su vigésimo quinta ópera, sin considerar las revisiones y adaptaciones que él mismo hizo y estrenó de algunas de sus obras.

Demasiado obvio y aburrido repetir el refrán popular de que "los celos no engendran nada bueno", más en este caso, en que dieron origen, primero a la obra de Shakespeare y por sobre todo a esta potente y hermosa ópera de Verdi.

Verdi había decidido retirarse y dejar de trabajar. Su amigo y editor, Ricordi, le enviaba, desde que supo que se había embarcado en la música para esta obra, un negrito de chocolate para su cumpleaños, en alusión al "Moro" (Otello). Arrigo Boito, el libretista, limpió del original de Shakespeare, todas las referencias racistas de la obra, no por un cuidado de lo políticamente correcto, como podría parecer en nuestros días, sino para concentrarse en el drama principal que querían proyectar, los celos.

Otello es la penúltima ópera de Verdi, quien dejaría de componer luego de escribir Falstaff, cuyo libreto también es de Boito e igualmente está inspirada en personajes de obras de Shakespeare.

Volviendo a nuestra ópera, Otello ha caído en todas las trampas que le ha ido tejiendo Yago. Su sufrimiento es insoportable, llegando al límite de estar más dispuesto a perder a Desdémona en los brazos de la muerte que en los de Cassio. En su desesperación y locura decide matarla. Llega ésta, la penúltima escena de la obra, en que Otello entra a la habitación de Desdémona a asesinarla, ella despierta y encara la situación. Desdémona se da cuenta que no hay forma posible de convencer a Otello de que ella sólo lo ha amado a él y como última demostración de su amor, pide sólo un momento para rezar. Otello, fuera de sí la asesina.
Como podrán haberse dado cuenta; como tortura suprema, Otello se entera de que todo ha sido un montaje, Cassio ha dado muerte a Rodrigo y éste, al expirar ha confesado todo el montaje. Yago huye.



Powered by Castpost

La ópera no termina aquí, Otello, en el clímax del sufrimiento por haber asesinado a la mujer que lo amaba y por haberse cegado por los celos, se quita la vida.

Esta ópera casi no tiene, como las anteriores de Verdi, números, es un continuo de música y diálogo, los que van constituyendo el ambiente, la emoción de la obra. Aída sigue siendo considerada la pieza máxime de Verdi, sin embargo quizás Otello sea su obra más madura musicalmente.

Pese a Otello, los celos no siempre conducen a la destrucción y la muerte, a veces son la alerta que despierta amores aletargados. Los celos son a veces el temor a peder a quien se cree posesión de uno, otras, son el miedo a quedar solo, en ocasiones, pese a todo, son reveladores de la rutina y la pérdida de encantamiento, entonces los celos aparecen como un acicate que despierta pasiones olvidadas que en algunas ocasiones dan espacio al renacer del amor y con ello, dan paso a la vida.

sábado, abril 22, 2006

El amor y los celos

Los contrastes que presenta esta ópera de Verdi nos tironean una y otra vez: dulces y placidos momentos de amor, desgarradores celos. La primera escena corresponde al inicio de la ópera, el primer diálogo entre Desdémona y Otello. Todo es delicado, meloso, el amor parece tenerlos en las puertas del paraíso.


Powered by Castpost

Sin embargo ya antes de esta escena Yago ha comenzado el desarrollo de su plan contra Otello, provocando el enfrentamiento entre Casio y Rodrigo en el que el primero hiere accidentalmente a Montano, por lo cual Otello degrada a Casio.

Durante el segundo acto Yago consigue sembrar en Otello la duda de los celos, primero, la certeza de ser engañado por Desdémona y Casio, después. El Plan de Yago parece irremediablemente encaminado al éxito, mientras el amor de Desdémona se enfrenta una y otra vez a las iras y distancias de Otello, a quien todos los acontecimientos le refuerzan la infidelidad de su mujer.

Llega esta segunda escena entre ellos, al inicio del tercer acto, donde Otello aún se debate entre el amor y la ira de saberse engañado. Cada palabra de Desdémona pidiendo el perdón de Casio confirma a Otello el amor entre ellos. El dolor va rajando las notas de este dúo lleno de contrastes en que Verdi logra magistralmente un diálogo musical de las emociones de ambos personajes. Es el contraste entre el amor y los celos.



Powered by Castpost

En pocos minutos, la dulce voz de Desdémona y la música que la acompaña en su entrada va dando paso a los arrebatos de Otello; la música salta con él, vuelve a la melodía dulce con ella, nuevamente con él los golpes musicales, la ira, la fuerza. Ya a los 3 minutos Verdi nos tiene frente al sufrimiento de ambos, el dolor de Otello por el supuesto engaño de su mujer, el de ella por ser injustamente acorralada... pero Desdémona vuelve a la dulzura, Otello a las dudas, Desdémona al amor, él a los celos, ella a la cordura, Otello a la locura.

La música de Otello me evoca momentos en que los celos que mordieron hace algunos años; aquella emoción miserable que me ahogaba, que no me soltaba ni un segundo, que estaba omnipresente arrebatándome toda libertad. Esta escena rememora esos momentos, aquellos diálogos sordos, aquella angustia. Los celos fueron demencia.

sábado, abril 08, 2006

La tormenta está por desatarse

Esta tormenta marcará el inicio de una nueva temporada de ópera en el Teatro Municipal de Santiago.

Los oscuros acordes iniciales de esta ópera anticipan el drama de celos y traiciones que se irá entretejiendo a lo largo de esta obra que, mientras más escucho, más cercana a la angustia de las emociones que encierra.


Powered by Castpost

Los que alguna vez hemos estado dispuestos a matar o morir por celos nos sentimos íntimamente tocados por esta obra que arrastra con su música y sus diálogos a un inevitable final de abandono de la razón y de negros presagios que se van irremediablemente cumpliendo hasta la muerte.

No he tenido la oportunidad de ver esta ópera en ningún teatro, sólo la conozco por grabaciones de música y un estupendo DVD del que espero poder compartir algunos fragmentos en este espacio en las próximas publicaciones.

Pareciera que Verdi, en su afán por mostrarnos los angustioso de las traiciones y los celos nos quiso introducir sin preámbulos, por lo que su obra carece de una obertura, como si la hay en buena parte de las operas constituyéndose en esa introducción musical que nos hace recorrer anticipadamente los tonos que acompañarán a la obra. Ésta, en cambio, es una obra casi sin luces. Los celos, las traiciones, las disputas de poder y predilecciones se desatan desde su inicio y para ellos, qué mejor que una tormenta desatada que es espejo de la tormenta que desgarrará a sus personajes.


Quienes quieran conocer algo de esta obra pueden buscar en internet la abundante información que sobre ella hay o, si lo prefieren, pueden recorrer algunos de los links que les propongo para que vayan estudiando el argumento y libreto de esta magnífica opera.

Radio Beethoven
, que nos ha tenido es ascuas varios meses ante el riesgo de su desaparición, tiene un espacio dominical dedicado a la ópera y para ello alimenta su sitio web con los argumentos de éstas, no siendo Otello una excepción por lo que quienes sigan este link se encontrarán con el argumento.

Dentro de éste hay un vínculo a la biografía de Verdi , así como otro al libreto bilingüe
(italiano y español) de ésta, su penúltima ópera

Para quienes quieran introducirse un poco más en este mundo maravilloso y entretenido, pueden visita un el gran sitio web la opera .

Otello, quizás por sus dramáticos primeros compases, que asaltan el oído y el alma desde la partida, tal vez por la forma en que el sino de los personajes es dibujado por la música que los acompaña, fue
la primera ópera que al escucharla me hizo relacionar su música y la de sus personajes con amigos, parientes y personas con las que me toca trabajar, como si fragmentos de éstas hubiesen sido compuestos como los leit motiv de sus vidas; de esto hablaremos en las próximas publicaciones, por ahora, les invito a que escuchen atentamente el fragmento inicial de la obra y en las próximas publicaciones, ante la música de cada personaje serán invitados a encontrar a los dobles de estos en sus compañeros de la vida diaria, aquellos para los que pareciera haber sido escrita la música y el espíritu de Otello, Desdémona, Cassio o Yago.