sábado, mayo 27, 2006

LA CULTURA ENFERMA DE POBREZA

Hace una semana asistí a una maravillosa función de Otello, sin embargo las entradas de mi abono eran para el jueves 25, función que se suspendió por la huelga que músicos y coro decidieron en virtud de la deuda impaga que el Teatro Municipal mantiene con ellos.

Los últimos años han sido de constante sufrimiento para el Teatro Municipal de Santiago, que se ha visto afectado de sucesivos déficit y cada vez que ello ocurre resurgen una serie de argumentos que hacen que finalmente las medidas tomadas sean sólo parches que permitan silenciar el problema, pero no resolverlo.

Con frecuencia se argumenta que el Teatro Municipal sirve a una elite y que en tal sentido no resulta posible destinar recursos de la Nación para beneficiar al privilegiado grupo que disfruta de los espectáculos en éste, entre el cual me encuentro siendo abonado a la opera por más de 15 años. Para qué hablar de los argumentos que comparan los recursos que serían necesarios para mantenerlo con la cantidad de escuelas, hospitales o carabineros que se podrían financiar con ellos.

La miopía de los argumentos con que se discute desconocen que los problemas de Municipal son una de las manifestaciones del empobrecimiento cultural del país, que también han significado el cierre de la radio Andrés Bello y casi la pérdida de la Radio Beethoven, la reducción hace 2 años de los abonos a la ópera de 4 a 3 series, la chabacanería y facilismo de nuestra televisión. Pocos relacionan este fenómeno con el pobre desempeño de nuestra educación, del que dan cuenta el que la inmensa mayoría de los chilenos no entiende lo que lee y que los resultados de pruebas internacionales aplicados sobre nuestros estudiantes resulten ser de los peores del mundo.

Interpretar todos estos elementos por separados y no como parte de un sistema agravan esta situación en la que seguimos dando palos de ciegos sin que hayamos logrado avanzar.

Un Teatro Municipal de Santiago desfinanciado no sólo afecta quienes asisten a él, sino también a quienes trabajan en él y desde allí hacen un aporte esforzado y comprometido a nuestra cultura e identidad.

Con esta miseria cultural, cada vez tendremos menos jóvenes interesados en la música y los que persistan pese a todo, no podrán tener como expectativa el trabajar en Chile pues no habrá para ellos escenarios. Así las cosas, difícilmente veremos en el futuro surgir figuras como Verónica Villarroel, Alfredo Pearl, Claudio Arrau, Ramón Vinay, tantos otros que sería largo interminable enumerar a quines, hayan o no estado vinculados al Teatro Municipal de Santiago, les tocó formarse en un país cuya riqueza cultural fue mayor a la que tenemos hoy y muy superior a la que estos sucesos nos previenen tendremos en los años venideros.

Por cierto que financiar al Teatro Municipal no revertirá todo ello y, en realidad, quizás nada, si ello no se acompaña de otras acciones que aporten a nuestro enriquecimiento y diversidad cultural. Nada impide que, financiado por el estado, en lugar de 3 funciones de cada título de ópera con elenco intenacional y otras tantas con intérpretes nacionales, haya una cuarta y gratuita del primero, sólo para estudiantes de música, arte, cine, teatro, etc.; y que se haga el doble de funciones nacionales gratuitas, unas para nuestros viejos elegantemente llamados tercera edad- quienes por el monto de sus pensiones están en su gran mayoría impedidos de asistir a estos espectáculos; otra para nuestros jóvenes escolares integrantes de coros escolares, orquestas juveniles, etc.-, y otra abierta al público en genera, como el año pasado ya lo hizo.

Me he refiero a la ópera por ser mi pasión musical y lo que más conozco, sin embargo todo lo dicho aplica igualmente para los ciclos de concierto, ballet y todos los otros espectáculos que el principal escenario de Chile monta cada año.

Me niego a aceptar que el Teatro Municipal de Santiago desaparezca. Hoy efectivamente sirve a una selecta minoría, sin embargo ello no puede ni tiene por que seguir siendo así, no sólo porque no es viable, sino porque debe tomar el rol protagónico que le corresponde en el desarrollo musical de todo el país. Resulta pues indispensable su preservación y extensión al ámbito nacional, llevando sus funciones a los restantes teatros municipales del país, revitalizando la actividad y el interés cultural a lo largo de todo Chile y de esa forma aportando también a la descentralización. Así, podrá cumplir su vocación de principal escenario nacional, convirtiéndose en un lugar que permanentemente tenga funciones de diversa índole que amplíen la variedad de espectáculos, como tímidamente lo ha hecho en el pasado, trayendo musicales, obras de teatro y recitales, acogiendo expresiones artísticas más allá de la música selecta.

La dolencia del Teatro Municipal de Santiago forma parte de la enfermedad del alma de Chile por lo que los recursos necesarios para mantenerlo, potenciar y extender su actividad son comparables a los recursos necesarios para cuidar la salud y la educación de los chilenos.

3 comentarios:

Gabriel Bunster dijo...

Que buena reflexión. Me quedé pensando de a quien le interesa el alma de Chile, si hoy nos hemos puesto tan funcionales hacia lo util concreto que lo que alimenta el alma y la importancia de ella ha desaparecido de la visual.

Quizás lo que va quedando es que las empresas asocien su identidad con su aporte a instituciones de la cultura y asi rieguen tendido el alma nacional tomando iniciativas como las que tu expresas, como funciones populares y funciones para sus clientes.

El problema del Municipal es un síntoma de nuestra enfermedad de país y los estudiantes en paro otro del mismo lado pienso.

Saludos Santiago.

Andrea Brandes dijo...

Santiago
Que doloroso pensar nuestra ciudad sin su teatro Municipal funcionando.
Pero el tema del Teatro Municipal es un síntoma de una enfermedad silenciosa y letal que nos afecta.
Tengo una hija en el Colegio Alemán de Santiago (dos ya salieron), colegio del cual salió Perl, colegio cuyos vínculos culturales lo ligan al país que en alguna época fue el más musical del mundo, el mismo país que fue la casa de Arrau. Bueno, mi hija, tiene una hora de música a la semana y muchas de química, física, matemáticas, alemán, inglés. Poca literatura, lamentablemente. El próximo año deberá elegir entre "arte" o música.
Contamos con tan pocos espacios dignos en Santiago, especialmente para la actividad cultural, que el Teatro Municipal efectivamente es un lujo, pero un lujo bien entendido, en el sentido de lo gratificante que es la belleza de los esapcios nobles.
Tal vez quieras leer un artículo en mi blog que se llama "de réclames y cultura" que algo tiene que ver con este tema
Saludos

Andrea Brandes dijo...

Santiago
Soy tan ajena al mundo del Municipal, que em atrevo a tomarme la libertad de recurrir a ti, a quien no he visto en mi vida, para pedirte un favor.
Mi hija Sophia, que estudia periodismo, tiene que hacer un reportaje acerca de la crisis del Municipal, y necesita la opinión de tres personas que entiendan del tema o tengan una posición al respecto. Hasta ahora no tiene a badie, y pensé que tal vez tú pudieras contestarle un par de preguntas. Nada que te tome mucho tiempo, sólo un par de minutos.
Si además conoces a alguien más, te estaríamos muy agradecidas.
Gracias de antemano, y si no puedes, también está bien
Cariños
Andrea